Resumimos las grandiosas lecciones brindadas por la santa y las implicaciones de cada Ley de la Espiritualidad, que nos llevan a despertar nuestra consciencia y desarrollar plenamente nuestra inteligencia espiritual. Deseamos de corazón que disfrutes el viaje y encuentres, aunque creas que no estabas buscando.

1. La Ley del Equilibrio

Encontrando el camino intermedio

Si la gravedad es la cola que cimienta el Universo, el equilibrio es la llave que abre Sus secretos. El equilibrio es aplicable a nuestro cuerpo, mente y emociones, a todos los niveles de nuestro ser. Nos recuerda que todo lo que hacemos, lo podemos rehacer y deshacer, y que si el péndulo en nuestras vidas o hábitos oscila demasiado hacia un lado, inevitablemente va a oscilar al otro. Sé humilde puesto que estás hecho de tierra sé noble puesto que estás hecho de estrellas.
(Proverbio Servio)


Supongo que entenderás que sirve de bien poco aconsejar a las personas tensas que se relajen si no conocen lo que se siente cuando se está relajado. Pero una vez que experimentan un estado de profunda relajación, tienen un punto de referencia; pueden notar la tensión con mayor facilidad y pueden seguir unos pasos para desprenderse de ella. Y ahora que conoces lo que se siente cuando estás en verdadero equilibrio, comenzarás a notar lo que es estar fuera de equilibrio en cualquier faceta de tu vida; funciona como una señal automática para que puedas volver a ese lugar de equilibrio en tu interior. La Ley del equilibrio se puede aplicar a partir de notar tus faltas de equilibrio.

Muy simple, pero no siempre fácil, porque cualquiera que sea el estado físico o emocional al que estés acostumbrado – incluso si es un estado de tensión o desequilibrio extremo – parecerá normal para ti. Lo que mucha gente llama neurosis es de hecho un desequilibrio o exageración de un pensamiento, impulso, o emoción que todos sentimos de vez en cuando. Por ello cambiar a un estado de equilibrio verdadero puede causar una sensación extraña al principio.

Los deseos y las ataduras te empujan hacia delante. El miedo, la resistencia y el esquivo te detienen. En muchas ocasiones los extremos de cualquier tipo, incluso tomar una postura rígida en cualquier cosa, te pueden conducir fuera de ese punto de equilibrio que valora todas las partes.

2. La Ley de las Elecciones o de las Alternativas

Reclamando nuestro poder

Somos a la vez condicionados y dichosos debido a la gran responsabilidad de la libre voluntad, de poder elegir. Nuestro futuro estará determinado, en gran parte, por las decisiones que tomemos ahora. No siempre podemos controlar nuestras circunstancias, pero sí podemos y realmente escogemos nuestra respuesta a todo aquello que sale al paso. Reclamando nuestro poder de elección, encontramos el coraje para vivir plenamente en el mundo. A pie y con corazón ligero parto a carretera abierta, saludable, libre, el mundo ante mí. El largo camino marrón dirigiose hacia donde yo escojo.
(Walt Whitman)

Como ese pájaro en las alturas y la pequeña araña, la mayor parte de las criaturas del Planeta tienen un abanico de alternativas muy pequeño; actúan por instinto y a la llamada de su naturaleza. Pero tú tienes libre elección – el poder de la alternativa. Tu vida representa un ejercicio de este poder, y tu destino está determinado, en gran parte, por las decisiones que tomes ahora.

Libre elección quiere decir que puedes escoger abrazar las Leyes que están en lo más profundo de tu intuición, o puedes dejar que tus impulsos, miedos, y hábitos lleven el show. Si alguna vez resistes o ignoras la sabiduría superior en favor de la gratificación inmediata, las consecuencias de tus elecciones eventualmente te guían de vuelta al equilibrio con las Leyes de la Espiritualidad, con la Inteligencia Espiritual; una decisión lleva a un camino de rosas y otra a obstáculos y pruebas que te instruyen y fortalecen. Por tanto todos los acontecimientos te sirven de alguna manera.

La mayoría de decisiones son dirigidas por la sabiduría del subconsciente. Tu interior tiene más información de la que tu mente consciente puede acceder, por lo tanto hay veces que, sin saber porqué, atraes a gente o a experiencias a tu vida que conscientemente no quieres, pero que sirven para un bien mayor, para tu aprendizaje.

Si tú voluntariamente decides apartar tus deseos personales por el bien de los niños, queridos, u otros, esto puede representar un acto espiritual de sacrificio propio. Pero si te sientes como un mártir, será mejor que te lo hagas mirar. Asumir demasiada responsabilidad por los demás acaba por privarles de lecciones que surgen de sus propias elecciones. Aquellos que sufren necesitan nuestra compasión y ayuda, pero si llevamos el peso por ellos, les estamos robando parte de su fuerza y respeto propio.

No tienes que esperar para hacer cambios positivos y poderosos. No tienes que hacer nada. Simplemente reconocer que cada acción o inacción tiene consecuencias, y tu voluntad para aceptar esas consecuencias te da el poder y la libertad para escoger quien eres, dónde estás, y que harás. Es entonces cuando la vida pasa de ser una obligación a una oportunidad bendita. Es entonces cuando los Milagros ocurren.

Y cuanto más honres la Ley de las Elecciones, más vivirás con una clara intención – creando tu vida – en vez de preguntarte si estás en el camino adecuado, con la persona correcta, o haciendo el trabajo adecuado; vivirás cada día por elección, y al máximo.

3. La Ley del Proceso

Tomando la vida paso a paso

El proceso transforma cualquier viaje en una serie de pequeños pasos intermedios, que son necesarios para alcanzar cualquier meta. El proceso transciende el tiempo, muestra la paciencia, descansando sobre unos sólidos cimientos de cuidadosa preparación, e implica confianza a nuestro potencial que se está desarrollando. Subimos a grandes alturas con una escalera de caracol.
(Francis Bacon)

Si uno sólo se centra en el final del viaje, la meta siempre aparece en la distancia. Esto lleva a muchos a abandonar sus objetivos cuando surgen obstáculos o el camino se inclina. Ya sabes que cada viaje empieza con el primer paso, pero también has de dar un segundo paso, y un tercero, y tantos como hagan falta hasta alcanzar el destino. La Ley del Proceso," dijo la santa, "es la garantía de la Naturaleza de que podemos conseguir casi cualquier objetivo, sin importar como de grande, dividiéndolo en pasos pequeños y seguros.

No puedes cruzar de un lado de un barranco al otro en dos saltos. Pero sí que puedes aplicar un proceso paso a paso para prepararte.

¡La Naturaleza es una aula tan maravillosa! Sus lecciones aparecen en el momento más apropiado.

Sí, los objetivos que valen la pena requieren esfuerzo, riesgo y sacrificio. Tienes que persistir a través del miedo y de la duda; tienes que utilizar recursos interiores y convertirte en más de lo que eras antes. Cada nuevo reto te sirve de iniciación: conoces el desánimo; te sobrepones a las incomodidades, al aburrimiento, y a la frustración; y descubres de que estás hecho.

Lo que te empuja a través de los caminos embarrados de la vida es la visión que te inspiró a iniciar la búsqueda. Te puede conducir como un imán a través de las tempestades. El primer paso en cualquier proceso es crear una dirección, escoger un objetivo que brille para ti.

Cualquier empresa de éxito real es como construir una casa; comienza con unos fuertes cimientos y continúa con paciencia hasta finalizar. Algunas casas se construyen con rapidez, pero sin unos cimientos estables; parecen muy bonitas, pero no duran mucho tiempo.

Si miras cuidadosamente a los éxitos aparentemente meteóricos, te darás cuenta que han necesitado unos diez años de preparación. En diez años puedes conseguir casi todo. Puedes convertirte en un médico o un científico. Puedes desarrollar habilidades de alto nivel en un deporte, juego, o arte marcial. Puedes convertirte en un experto en cualquier tema. Puedes crear una fortuna o transformar tu cuerpo.

Pocas cosas son seguras en este mundo, pero la gente raramente fracasa; simplemente dejan de intentarlo.

El progreso duradero no ocurre en unos pocos momentos dramáticos, sino hora a hora, día a día. Y mientras el tiempo va pasando, cada proceso requiere reparaciones: el camino a la felicidad siempre está en construcción. Concéntrate en tomar la vida paso a paso hasta que lo hagas bien; aparca lo que puedas hacer después. Cuando la disciplina y la paciencia unen fuerzas, se convierten en persistencia, que dura más allá de los picos y los valles, hasta completar las intenciones. El entusiasmo marca el ritmo, pero la persistencia logra el objetivo. Proceso, paciencia, y persistencia son las llaves que abren las puertas de cualquier destino. El tesoro no sólo está al final del viaje, fíjate; el proceso mismo es su propia recompensa.

4. La Ley de la Presencia

Viviendo el momento

El tiempo se comprende entre un pasado y un futuro que no tienen ninguna realidad objetiva. El Tiempo es una convención de pensamiento y lenguaje, un acuerdo social.

El tiempo es como una película de la vida que consta de diferentes montajes que pasan ante una lente. Cada montaje es donde tú existes, en un momento actual, pero los montajes parecen moverse. Puedes proyectar tu mente en lo que llamamos el pasado o el futuro, pero no puedes vivir en ningún otro momento que en el presente.

Lo que has hecho esta mañana o ayer o el año pasado se ha desvanecido ahora, no existe excepto en tu mente. Lo que ha de venir es sólo un sueño. Sólo tenemos este momento.

¿Te das cuenta que tus sensaciones sobre el pasado son sólo un rayo de impresiones y memorias ocurriendo en el presente? Los arrepentimientos del pasado son impresiones presentes ocurriendo ahora. Las ansiedades sobre el futuro no tienen ninguna realidad excepto en tu mente, en este momento, como imágenes, sonidos y sentimientos. En otras palabras, el pasado y el futuro están pasando ahora mientras tú los creas.

Puedes practicar la Ley de la Presencia de diferentes formas para despejar arrepentimientos, preocupaciones, o confusión. Tu habilidad para volver a enfocar tu atención de nuevo en el presente va aumentando con la práctica.Algún día, quizás seas capaz de vivir en el presente con naturalidad.

Saber y hacer no son necesariamente la misma cosa. Cuando tienes un problema, implica algo pasado o futuro. Tú mantienes los problemas vivos en tu mente en el presente poniendo tu atención y energía, dejándolos vivir sin alquiler en tu cabeza.

Para poder tener presencia, has de estar presente y ser consciente de dónde estás y en qué momento estás. La presencia te enseña que lo que haces hoy es importante, porque estás dando un día de tu vida a cambio. Por tanto, deja que esta ley deje tu mente clara de ruinas innecesarias y te devuelva a un estado de claridad, simplicidad y paz interior.

Y no olvides que no importa cuan reales y convincentes sean tus pensamientos, siempre puedes llamar a las puertas de la Ley de la Presencia, recordándote a ti mismo que sólo el ahora es real. Si lo haces como un acto de reverencia, haciendo cada momento sagrado, vuelves a aquel lugar de paz interior del que realmente provienes y donde todo está bien.

Acoge con amor este momento, pon un pie delante del otro, y aguanta todo lo que está ante ti. No importa por dónde divague tu mente, tu cuerpo siempre permanece aquí y ahora. Cuando sientas ansiedad, pon tu mente a descansar en el presente. Respira profundamente, y vuelve aquí y ahora.

5. La Ley de la Compasión

El despertar de nuestra humanidad

El Universo no nos juzga; sólo nos provee de consecuencias y de lecciones y de oportunidades para equilibrarnos y aprender a través de la Ley de la causa y el efecto. La Compasión nace del reconocimiento que cada uno de nosotros lo estamos haciendo tan bien como podemos dentro de los límites de nuestras creencias y capacidades actuales. Que yo alimente a los hambrientos, perdone un insulto, y ame al enemigo – Estas son grandes virtudes. Pero si tuviera que descubrir que los más pobres entre los mendigos y el más imprudente entre los ofensores están todos dentro de mí, y que yo sobrevivo necesitando de las limosnas de mi propia caridad; que yo mismo soy el enemigo que tiene que ser amado – ¿Entonces qué?
(Carl Gustav Jung)

Todo se siente tan vivo... Extiende tu mente mucho más allá de estas colinas. Alcanza y atraviesa los océanos, los glaciares, los volcanes, los arrecifes, las grandes montañas por encima y por debajo de los océanos, todo lleno de vida, todo – la carne y los huesos, la sangre y el Espíritu de la Tierra, nuestra madre.

Si fueras una pulga y estuvieras en la espalda de un elefante, sólo verías un bosque de pelos grises creciendo alrededor de ti, sin ninguna idea de donde estabas. Pero si saltaras muy arriba en el aire y miraras atrás, verías que de hecho vives en la piel de una criatura viviente.

La visión trae humildad, y con ella, un sentido de extrañeza y compasión que es trasladado a los problemas de la vida ordinaria.

Así como puedes aprender equilibrio de una cigüeña y presencia de un gato, puedes aprender la Ley de la Compasión de la Tierra, sobre la piel de la cual vivimos, los árboles de la cual talamos y quemamos, la riqueza de la cual explotamos, haciendo nuestros negocios sin pensar o pedir permiso o agradecer.

La tierra nos perdona porque sabe que somos carne de su carne – somos una parte de ella que todavía está aprendiendo y creciendo.

Si la Tierra puede perdonar tus errores, ¿no puedes perdonar tú, y ofrecer a los demás compasión?

Este es el lugar para comenzar: Cuanto más amor y gentileza te des a ti mismo, más podrás dar a los demás.

El tiempo ha llegado, para que te veas a ti mismo y a los demás de una nueva forma, libre de juicios y expectativas que aparecen entre ti y el mundo. El tiempo ha llegado para entender que todos nosotros – amigos y adversarios – hacemos lo mejor que podemos dentro de nuestras capacidades, límites y creencias.

Dios no está aquí para juzgarnos, sino para proporcionarnos los medios para aprender de nuestros errores para crecer y evolucionar.

Sabemos que gente profundamente problemática y destructiva existe en este mundo, y que las personas molestadas tienden a molestar a otros. La compasión no significa dejar que esa gente te pise o que continúe con ese comportamiento destructivo; algunos individuos necesitan ser separados de la sociedad. Pero uno puede tener compasión a lo diabólico sin sucumbir a ello. En una lucha puedes sentir compasión por tus adversarios, incluso cuando la lucha es a muerte.

El odio y la compasión son diferentes tipos de energía; ¿con cuál quieres llenar tu mundo?

Fácil o no, la Ley te dirige a actuar con amor y entendimiento en vez de odio o ignorancia. Para hacerlo se requiere un gran salto de perspectiva – al entendimiento de que vives en un universo tan justo como misterioso. Esta profundidad de entendimiento fluye de la intuición perspicaz a la inteligencia innata del Universo, la Inteligencia Espiritual. Que tú obtengas ese entendimiento a través de la observación, la razón, o creencia religiosa, revela, finalmente, que en el mundo natural no tienes amigos, no tienes enemigos: Sólo tienes profesores.

La Ley de la Compasión presenta una demanda de amor que trasciende nuestras limitadas perspectivas. Esto puede parecer demasiado difícil a veces. Por tanto recuerda que la compasión comienza contigo mismo. Sé gentil y ten paciencia. Todos nosotros tenemos muchos pensamientos y sentimientos, positivos y negativos, que salen de la mente y del corazón. No tienes que ser un santo, pero en vez de creer o resistir los pensamientos negativos, deja que la compasión los lave, en una ola de amor y entendimiento.

Puedes perdonarte a ti mismo por no perdonarle a otros. Y en ese perdón encontrarás la compasión que cura el dolor de ser humano en este mundo. Para pedir ese perdón cuando lo necesitas, imagina a tu mejor amigo, amor, o adversario, muerto en tus pies como un día lo estarás tú a los pies del Espíritu Santo. Entonces verás a través de unos ojos diferentes, porque la muerte es el
gran igualador.
Todos vamos a dejar este mundo y dejar a aquellos que queremos. Todos sentimos esperanza y desesperación; todos compartimos sueños y pérdidas. Todos estamos unidossin saber porqué, en el misterio de la vida, haciéndo lo mejor que podemos.

6. La Ley de la Fe

Confiando en el Espíritu Santo

La Fe es nuestra conexión directa a la sabiduría Universal, recordándonos que sabemos más de lo que hemos oído, leído o estudiado – que sólo tenemos que mirar, escuchar, y confiar en el Amor y la sabiduría del Espíritu Universal que opera a través de todos nosotros. La Fe le pide al Alma que vaya más lejos de lo que puede ver.
(William Clarke)

La fe no requiere una creencia en un Dios exterior, sólo una creencia en flores. Pero si uno aprecia las flores, ciertamente está apreciando a Dios –no como una mera creencia mental, sino como un sentimiento de admiración y misterio–. La Ley de la Fe consiste en creer en el amor inherente y en la Inteligencia que trabaja a través de ti y en toda la creación.

La fe no es ciega. Todos conocemos a gente que es deshonesta o peligrosa, y por lo tanto debemos ser fuertes y cautelosos en este mundo. Esta es la razón por la que una santa árabe ofreció el recordatorio: Cree en Alá, pero ata a tu camello.

Practicar la Ley de la Fe no significa confiar en todas las personas para hacer la cosa más adecuada. Tiene un significado más trascendente y superior. La Fe es el reconocimiento de que el Espíritu Santo trabaja, a través de cada uno de nosotros – a través de cada persona y cada circunstancia. La Fe implica también una actitud de que cualquier cosa que suceda sirve un bien superior, a pesar de las apariencias contrarias.

¿Qué pasaría si supieras con certeza que una inteligencia superior estuviera trabajando a través de ti y a través de todo el mundo por el mejor bien de la humanidad; que de hecho hay un propósito para cada placer y dolor? La Ley de la Fe no necesariamente requiere que creas esto, pero te guía para que vivas tu vida como si esto fuera cierto.

Y mientras vives en la Luz de esta Ley, ésta transformará tu percepción y experiencia del mundo. Comenzarás a ver cada dificultad como una prueba para instruirte; encontrarás lecciones y oportunidades en cada reto.

La fe no es lo opuesto de la razón. Aplicar la Ley de la Fe es una de las cosas más prácticas, razonables, y constructivas que puedes hacer para vivir una vida inspirada.

La fe es el orden Divino que propagan todas las cosas, la luz bajo tus ojos, la inteligencia del Amor y de los misterios que se emanan del corazón de la creación.

Escucha a la sabiduría intuitiva de tu corazón, tu Inteligencia Espiritual, donde habla el Espíritu Santo dentro de ti. Hay tanta gente que sólo se apoya en los libros, los profesores, científicos, físicos, oráculos, u otros para pedir consejo o para que les dirijan, o para validar sus puntos de vista...

Puedes escoger un camino por encima de otro, después encontrarte con un gran dolor y dificultad como resultado de esa decisión. ¿Quiere eso necesariamente decir que has tomado la decisión equivocada en términos de tu mayor bien y aprendizaje? Fe es asumir que siempre tomas la decisión acertada.

La confianza en uno mismo se desarrolla naturalmente, a partir de tu propia experiencia; aprendes a desarrollar, equilibrar e integrar la confianza en tus instintos corporales, las intuiciones de tu corazón, y las habilidades de tu mente, accediendo de esta manera a tu propia Inteligencia Espiritual.

Fe significa vivir con incertidumbre, sentir tu camino a través de la vida, dejando que tu corazón te guíe como una linterna en la oscuridad. No hay seguridad absoluta excepto en la fe absoluta. Esto no significa que todas las
circunstancias irán a favor de ti o que la justicia Divina siempre opere para herir o curarte. Todo tipo de eventos, maravillosos y terribles, pueden suceder en este mundo. Nuestra pequeña mente no siempre puede ver el marco completo de los acontecimientos o saber lo que es para nuestro bien mayor.

A pesar de la inseguridad y confusión de la vida, cuando puedas aprender a vivir con fe, como una flor, confiando en el Espíritu Santo trabajando acorde a un deseo más allá del alcance de nuestra mente, verás el Espíritu Santo operando en todas partes, en cada uno y en todos.

7. La Ley de las Expectativas

La expansión de nuestra realidad

La Energía sigue al pensamiento; nos movemos hacia, pero no más allá, de lo que podemos imaginar. Aquello que asumimos, esperamos, o creemos crea y da color a nuestra experiencia. Expandiendo nuestras más profundas creencias sobre lo que es posible, cambiamos nuestra experiencia de la vida. Nuestras vidas están moldeadas no tanto por nuestras experiencias, sino por nuestras expectativas.
(George Bernard Shaw)


Antes de que algo se manifieste en este mundo, primero aparece como un pensamiento o imagen en la mente de alguien. Tus pensamientos colorean las ventanas de tu mundo; tus creencias se convierten en los cimientos de tus experiencias. En otras palabras, cada pensamiento positivo es una oración, y cada oración es contestada.

Sólo los más profundos conceptos que tienes asumidos tienen el poder de moldear tu realidad.

Lo que ves depende de donde escoges mirar, y dónde miras de lo que esperas ver:Si crees, por ejemplo, que no se puede confiar en la gente, verás el mundo a través del filtro de estas expectativas y subconscientemente irás en busca de evidencias que apoyen tu expectativa.

Tus creencias influencian las alternativas que escoges, las direcciones que tomas, incluso los amigos, adversarios, y destino que encuentras. Tus creencias ponen en movimiento procesos interiores y comportamientos que influyen cómo te mueves, actúas, y sientes.

A unos niveles más sutiles, tus pensamientos incluso afectan el color de tu campo de energía, al cual otra gente responde. Si, por ejemplo, percibes a la gente de alrededor de ti como amigos a los que gustas, estás relajado y expansivo; tu energía y comportamiento los acerca a ti. Esta es una de las maneras de cómo tus expectativas moldean tu realidad.

El reto es superar los pensamientos negativos que te paran. No es suficiente con que te repitas una y otra vez que puedes hacerlo, no mientras tus dudas más profundas te estén robando la manifestación de tu Inteligencia Espiritual, quitándote el enfoque y la fuerza.

Antes de poder hacer algo, debes creerlo; debes esperarlo.Antes de hacerlo, lo ves ocurrir en tu mente.

En tu vida diaria, si creas imágenes positivas, circunstancias felices, y resultados exitosos, estos se vuelven reales para tu mente más profunda, la cual a partir de tales experiencias construye para atraer otras similares.

La Ley de las Expectativas te recuerda tu poder intrínseco para moldear tu vida a través de imágenes y expectativas que tú creas. A base de airear todas tus dudas, las arrancas de las profundidades de tu mente para que se disuelvan a la luz de la consciencia.

Dentro de las Leyes Espirituales no hay límites excepto en nuestras creencias. Nuestro futuro como individuos y especie reflejará nuestra habilidad para entender y aplicar la Ley de las Expectativas.

Las expectativas atraerán la evidencia.Examina tus viejas creencias e ideas fijas que asumes, reemplazando dudas auto-destructivas por imágenes vivas, y creando nuevas creencias basadas en claras intenciones.

Incluso cuando nos centramos en los temas que más ayuda necesitan, es más sabio enfocar nuestra atención en resultados positivos y en nuestro potencial humano. La Ley de las Expectativas nos enseña que lo que enfocamos se expande; forcejear y recrearnos en los problemas sólo los fortalece dándoles energía. Por lo tanto céntrate en las soluciones, no en los problemas.

Como los antiguos alquimistas, viajero, tú puedes transmutar la duda en confianza, y el miedo en coraje. Nuevas expectativas traen nuevas alternativas. No esperes que las experiencias te lo confirmen. Crea una visión positiva de qué te gustaría y seguro que lo conseguirás.

8. La Ley de la Integridad

La vida en nuestra verdad

Integridad significa vivir y actuar alineado con las Leyes Espirituales y con nuestra más alta conciencia, a pesar de impulsos a hacer lo contrario. Del corazón de la integridad, reconocemos, aceptamos, y expresamos nuestra auténtica realidad interior, inspirando a los demás no con palabras, sino con nuestro ejemplo. No estoy seguro de ganar pero estoy seguro de ser verdadero. No estoy seguro de tener éxito pero estoy seguro de vivir de acuerdo a la luz que tengo.
(Abraham Lincoln)

La Ley de la Integridad consiste en vivir en consonancia con tu mayor conciencia a pesar de los impulsos a hacer lo contrario – sobre cómo te comportas cuando nadie te está mirando.

Romper los códigos de la sociedad es como nadar hacia arriba por un río, contra la corriente de los valores contemporáneos. Puede ser hecho si es el deseo más profundo de tu corazón, pero hace la vida más difícil – exhausta – y tiene consecuencias... Como agitar las creencias y emociones de otros que se toman esas creencias muy en serio.

Seguir los estándares de vuestra sociedad y evitar lo que no está considerado ético, legal, o moral, no es cosa de integridad; eso es tener sentido común.

Mantén los ojos bien abiertos, y pon más atención a la Inteligencia Espiritual de tu corazón en vez de complacer o negar impulsos o deseos aleatorios. Sigue la guía en integridad de Martin Luther: Ama a Dios y haz lo que te apetezca.

La Ley de la Integridad pide una genuina expresión de nuestra realidad interior.

También reconoce que si la envidia, la avaricia, y la manipulación influencian nuestras acciones y expresiones, las consecuencias son inevitables, están construidas en la mecánica del universo. Al romper las Leyes Espirituales, el propio acto es el castigo, poniendo en movimiento fuerzas sutiles las consecuencias de las cuales no nos podemos escapar más de lo que nos podemos escapar de la ley de la gravedad.

A diferencia de las criaturas del mundo natural, los humanos están rodeados por el artificio social, apartándose de su propia verdadera naturaleza.

Los shamans – los curanderos de los nativos – practican el arte del cambio de forma. Este arte no consiste en cambiar tu cuerpo sino en propagar tu concienciaa los animales, árboles, o riachuelos para poder sentirlos – aprender sus lecciones – identificándose con cada uno de ellos para poder sentir sus cualidades interiores y convertirte interiormente en ellos. Esto es posible porque el Yo auténtico contiene todas estas cosas.

El mundo natural está repleto de tal autenticidad; el caudaloso río, el movido viento, y los ruidosos grillos están contentos de ser ellos mismos. ¿Estás tú completamente contento con quién eres – no ser nada más, ni nada menos?

La sabiduría de los años, de Platón a Shakespeare, nos recuerda, "Conócete a ti mismo" y "sé verdadero". Integridad significa ser íntegro, conociéndonos a nosotros mismos y siendo nosotros mismos, para que nuestras acciones sean auténticas, consistentes con nuestras intenciones supremas – para que nuestro cuerpo, mente, emociones, y actitudes se complementen entre sí, formando un todo mucho mayor que la suma de las partes.

No tiene sentido hablar de integridad hasta que entendamos nuestros más profundos incentivos, valores, y motivos; hasta que aceptemos quienes somos, nuestra luz, en vez de quienes esperamos ser o pretendemos ser.

Una persona puede donar a los pobres por amor y compasión; otro puede hacerlo por culpabilidad, o por la necesidad de impresionar a los demás; cada uno de los dos demuestra caridad; sólo uno muestra integridad. Motivos e intenciones marcan una gran diferencia en las vidas de los que dan y en los que los que reciben, porque damos mucho más que monedas; damos la moneda de nuestro ser.

Todo es difícil hasta que se convierte en fácil. Se necesita coraje y ser abierto para conseguir autenticidad – ser capaz de decirte a ti mismo y al mundo: "Te guste o no, este soy yo" y después vivir esa verdad. Pero una vez que aceptas tu humanidad, la integridad no es nada difícil. No se trata de ser perfecto o infalible; todos hemos cometido errores.

Sólo podemos hacer lo mejor posible y aprender de nuestros fallos, para que podamos hacerlo mejor la próxima vez. Estar unido a la Ley de la Integridad significa aceptar nuestras flaquezas y aferrarnos a nuestra fuerza interior, y así convertirnos en ejemplos vivientes que enseñan el camino a otros.

Los niños nunca han sido muy buenos escuchando a sus padres, pero nunca fallan a la hora de imitarlos. Todos nos influenciamos los unos a los otros por medio de nuestro ejemplo, y todos aprendemos imitando, seamos o no conscientes de ello. Influimos a los demás no tanto por lo que decimos, sino por cómo vivimos.

9. La Ley de las Acciones

Dar movimiento a nuestra vida

No importa lo que sintamos o sepamos, no importan nuestras dotes potenciales o talentos, sólo la acción les da vida. Muchos de nosotros entendemos conceptos como el compromiso, el coraje, y el amor, pero en realidad saber es hacer. Hacer trae la comprensión, y las acciones convierten conocimientos en sabiduría. No puedes atravesar el mar simplemente mirando al agua. (Rabindranath Tagore)

No puedes vivir de buenas intenciones. Para preparar esta comida, he despejado el terreno, cavado el suelo, y sembrado las semillas, antes de recoger la cosecha. Hacen falta más que sueños y buenas intenciones para vivir en este mundo; se necesita acción.

Este mundo es un reino de energía y acción; no importa lo que sepas o quién seas – tampoco importa la cantidad de libros que hayas leído o los talentos que tengas – sólo la acción tiene el potencial de darles sentido en la vida. Las filosofías impresionan y las ideas abundan, pero las palabras, no importa como sean de elegantes, son baratas. Es fácil hablar de compromisos, coraje, y amor, pero hacer es entender, y la sabiduría nace a partir de la práctica.

Sólo aquellos que hacen la escalada disfrutan de la cima.

Emprender acciones nunca ha sido fácil en este mundo; fuerzas de duda e inercia están por todos los lados, hasta entre nuestra mente y cuerpo. Convertir las ideas en acciones requiere energía, sacrificio, coraje, y corazón, porque actuar es arriesgar. Tenemos que superar todas las buenas razones que nos invitan a apartarlo, a dejar que lo haga otra persona, a permanecer en la sencilla silla de las buenas intenciones.

Ley de la Acción envía el mismo mensaje una y otra vez: es mejor hacer lo que es mejor que no hacerlo y tener una buena excusa.


Todos los seres vivos actúan, pero la mayoría de las personas no actúan sino que reaccionan - y sólo reaccionan como consecuencia de sufrir dolor o miedo, cuando las relaciones se convierten en un infierno o cuando los cuerpos físicos caen enfermos del estrés. La Ley de la Acción nos enseña a superar las inercias a la vez que las impaciencias, actuando con coraje, claras intenciones, y compromiso.

¿Cómo podemos superar la inercia?

Aceptando tres realidades fundamentales:

  • Primero, aceptando nuestra humanidad y nuestra presencia física en el mundo;
  • Segundo, dándonos cuenta de que nadie va a vivir por nosotros y que sólo nos hacemos más fuertes a partir de nuestros propios esfuerzos;
  • Tercero, aceptando que la acción puede inicialmente comportar cierta incomodidad – y después ¡a continuar con ello!

Ya no nos podemos permitir el lujo de esperar hasta que nos sintamos a salvo y seguros, inspirados o motivados – hasta que el miedo o la duda miren en la otra dirección. Ya no podemos esperar a que alguien nos dé permiso para actuar.

Ha llegado el momento de actuar de acuerdo con nuestros ideales supremos, a pesar de temores, dudas, o incertidumbres que surjan. Sólo podemos mostrar coraje en la cara del miedo. Cada día necesitamos coraje, porque cada día nos enfrentamos a miedos – no necesariamente en situaciones dramáticas como atrapar a un ladrón o salvar a una persona que se ahoga, si no de formas diversas como expresando nuestros sentimientos, rompiendo un viejo hábito, o tomando el riesgo de ser diferente.

Ten en cuenta que cada ley contiene las semillas de su opuesto. A veces la compasión requiere acción, pero esta Ley también contiene la sabiduría de estar tranquilo y quieto, la acción de la inacción. Como la meditación...

Hay un momento para la acción y otro para estar quieto. Algunas veces puedes mostrar el coraje más grande, la paciencia, y la sabiduría permaneciendo tranquilo incluso cuando deseos o impulsos irresistibles te piden que actúes.

¿Cómo puede saber uno el momento de actuar y cuándo estar quieto?

  • Aquellos que tienden a la inercia y el miedo necesitan enfocar más en el deseo de actuar con bravura y decisión.
  • Aquellos dados al discurso o a la acción impulsiva serían sabios parando, respirando profundamente, y observando sus impulsos sin sentirse obligados a actuar sobre ellos.

En cualquier caso, escucha a la sabiduría de tu corazón; entonces sabrás cuando has de estar tranquilo y cuando has de actuar.

El fuego transforma la materia en energía, recordándonos que todas las cosas pasan y cambian. Al final, todos somos consumidos por los fuegos sin llama de la vida. Actúa con bravura, mientras todavía tengas el tiempo, mientras todavía tengas un cuerpo.

10. La Ley de los Ciclos

La danza a la canción de la naturaleza

El mundo Natural se mueve en ritmos, secuencias, y ciclos – el paso de las estaciones, el movimiento de las Estrellas, la subida y el flujo de las mareas. Las estaciones no se empujan las unas a las otras; ni las nubes avanzan al viento a través de los cielos. Todas las cosas suceden en su momento adecuado – subiendo, cayendo, subiendo, como las olas de los mares, en la rueda del tiempo. En cada corazón del invierno yace una primavera templada, y detrás del velo de cada noche espera una puesta sonriente. (Kahlil Gibran)

El mundo natural baila a la música del cambio: el paso de las estaciones, las revoluciones de los cielos, y el día convirtiéndose en noche. Todas las cosas ocurren en su propio momento adecuado, cambiando y creciendo, apareciendo y desapareciendo, creciendo y decreciendo, el flujo y el reflujo.

Esta es la Ley de los Ciclos: Cualquier cosa que sube baja, y cualquier cosa que baja puede subir otra vez.

Los vientos de cambio pueden venir como un fiero huracán, destrozando tu vida, o como una suave brisa que cuida tu cara. Ese cambio es la única constante, y ocurre a su propia manera, en su propio tiempo adecuado.

El cambio por sí mismo no es difícil.Pasa con tanta naturalidad como una puesta de sol. Pero la mayoría de nosotros buscamos rutinas familiares para crear una sensación de control y orden, por tanto, el cambio puede parecer una bendición o una maldición.

La Ley de los Ciclos nos recuerda que al mismo tiempo que las estaciones cambian, también debemos hacerlo nosotros, que nuestros viejos hábitos no han de controlar nuestra vida, que nuestro pasado no tiene por qué convertirse en nuestro futuro, y que la inercia del cambio nos lleva a una mayor consciencia, sabiduría, y paz.

Disfruta cada estación de tu vida, viajero. Prepara el terreno pacientemente, planta las semillas, haz el trabajo, y recogerás abundantes frutos. Acepta la buena fortuna y la adversidad como aceptas el cambio de estaciones. Disfruta la helada belleza de un día de invierno y los calurosos días de verano, ya que con suficiente rapidez, cada estación, cada día, cada momento, pasa a la historia, y su parecido exacto puede no ser visto nunca más.

En vez de desear el verano en medio del frío invierno o pedir vientos frescos en los bochornosos días de verano, abraza a cada estación por sus propios regalos. Alinéate con los ciclos del tiempo y transformación, navegando sobre el
cambio como los barcos sobre las olas.


La Ley de los Ciclos también revela cómo cooperar completamente en tu propia evolución, ser un experto en dominar el tiempo y encontrar grandes fortunas.

Todas las cosas tienen un momento más favorable y uno menos favorable. Las puertas se abren y se cierran; las energías suben y bajan. Un pensamiento o una acción iniciados cuando la energía está subiendo o ganando momentum viaja fácilmente hacia la finalización, pero un pensamiento o acción iniciado en un ciclo de descenso tiene un impacto reducido.

Es entonces cuando la Ley de los Ciclos se combina con la Ley de la Acción para revelar que la paciencia es la mejor parte de la sabiduría – la sabiduría de saber cuándo hay que actuar y cuándo hay que estar tranquilo, cuándo hablar y cuando callar, cuando trabajar y cuando descansar, cuándo subirte a la energía de un ciclo en construcción y cuándo esperar a la siguiente ola.

Estoy aquí para compartir contigo verdades simples que hacen que la vida funcione mejor. Pero no te puedo prometer iluminación; eso tiene su propio momento. Nosotros los humanos somos como la cáscara de la nuez: si tratas de forzarla en el momento equivocado, es casi imposible, pero una vez que está madura, le das un golpe en el lugar adecuado, y se abre con facilidad. La vida diaria es tu proceso de maduración. Y un día, alguien o algo aparecerá y te dará el golpe.

11. La Ley de la Rendición

El abrazo a una voluntad superior

Rendirse significa aceptar por completo este momento, este cuerpo, y esta vida. Rendirse implica apartarse a uno mismo de su propio camino y vivir de acuerdo con una voluntad Superior, expresada como la sabiduría del corazón. Mucho más allá que una aceptación pasiva, la rendición utiliza cada reto como un escalón hacia el crecimiento Espiritual y la expansión de la conciencia. Algunos creen que aguantar es lo que hace a uno fuerte; algunas veces es dejar ir.
(Silvia Robinson)

¿Te has dado cuenta, viajero, que el agua fluye, es suave pero poderosa? Cede, con fuerza, flexibilidad, se rinde a la gravedad sin oponer resistencia, adaptándose a la forma de cualquier contenedor. El agua manifiesta la respuesta más inteligente y poderosa que uno pueda hacer ante cualquier circunstancia: La rendición.

A pesar de que la Ley de la Rendición significa aceptar cualquier cosa que ocurra en tu vida, no significa una tolerancia pasiva por lo que no te gusta, o ignorar la injusticia, o permitir ser una víctima o ser controlado. La verdadera rendición es activa, positiva, asertiva... Un empeño creativo para aprovechar tu situación, con una apreciación espiritual.

La Ley no consiste en pretender nada, o en rechazar tus sentimientos verdaderos; consiste en transformarlos. Aprendes a rendirte cambiando tu perspectiva.

Si hicieras atletismo, tu entrenador podría darte un premio un día y después ordenarte un entrenamiento durísimo. Tú podrías aceptar – incluso apreciar – todo esto como parte de tu entrenamiento. Bueno, lo mismo se cumple en la vida diaria. El Espíritu Santo es tu entrenador y la vida es tu entrenamiento.

¿Qué pasaría si pudieras ver una rueda pinchada o la gripe como parte de tu aprendizaje y crecimiento?

En su sentido más puro, esta Ley te guía a rendirte al momento – a aceptar cualquier cosa que surja. No sólo implica aceptar las subidas y bajadas de la vida, si no también a aceptarte a ti mismo – tu cuerpo, tus pensamientos, y tus sentimientos... La vida continuará ofreciéndote retos y pruebas.

Cuando te tomes la vida relajadamente, incluso tus dificultades tendrán un aspecto placentero, como jugar a un juego lleno de retos o resolver un puzzle.

Comienza por las cosas pequeñas. Cuando tengas un mínimo desacuerdo, acepta el punto de vista de la otra persona y mira qué pasa. Despréndete de los pequeños disgustos.

La Ley de la Rendición honora la santidad en cada alma con su propia chispa Divina. No tienes que dejar tus deseos, valores y preferencias; sólo tienes que apartarte de tu propio camino. Rendir tu pequeña voluntad a una voluntad Superior no es una práctica común, porque puede parecer mejor que hagas lo que prefieras. Esto es entendible. Pero la vida no siempre nos da lo que preferimos, por tanto nuestros deseos nos llevan a ataduras, ansiedad, y frustración.

Seguir tu pequeña voluntad te llevará a una satisfacción temporal, pero no a una felicidad duradera. Cuando ves claramente que la vida no sólo consiste en obtener lo que quieres, sino también en aprender a querer lo que obtienes, alinearás tu vida con la Ley de la Rendición.

Comienza por preguntar en cualquier situación, "¿qué es lo mejor aquí para todos los implicados?" Esto puede significar orar por lluvia en una zona de mucha sequía, aunque tu propio techo tenga goteras. La verdadera rendición puede ser expresada en el sentimiento del corazón: "que no se haga mi voluntad si no La Tuya".

El esfuerzo es una parte de la vida: Comienza cambiando tu energía y atención a los deseos de esta voluntad más pequeña por la sabiduría de una voluntad Superior.

Ofrecer una oración "Se haga Tu voluntad" no requiere que creas en un Dios externo, sólo que tu hables desde tu corazón y te preguntes, "Si un Dios sabio, adorable, compasivo me estuviera guiando ahora, ¿qué haría en esta situación?". Después siente tu corazón, y escucha a tu Alma; sabrás qué hacer, y encontrarás el coraje y el corazón para hacerlo – porque el Espíritu de hecho realiza Su trabajo a través de ti, seas o no consciente de ello.

Ábrete a la vida al nivel que puedas. Con el tiempo acabarás practicando la rendición más y más profundamente hasta el punto que podrás abrazar las nubes de lluvia de la misma manera que harías con los placeres de un día soleado.

¡Y no olvides relajarte! La relajación es la manera que tiene el cuerpo de rendirse al momento, dejando ir ideas fijas de lo que debería pasar, para que puedas responder con frescura e inocencia a cada momento, sin juicio o expectativa.

Poca gente ha aprendido el arte de rendirse tan bien como los gatos y los maestros de artes marciales... Las artes marciales supremas, tal y como el agua, fluyen y son flexibles, sensibles en vez de rígidas o reactivas. Tales artes nos enseñan a estirar cuando nos empujan y a empujar cuando somos estirados, a mezclarse con las fuerzas de la vida en vez de gastar energía pasándolo mal contra ellas.

Cuanto más dejas ir las ataduras, más te expandes hacia una mayor libertad. Tener ataduras de rendición no necesariamente significa dar la casa propia o los bienes de la tierra; es un acto interno, un deseo de abrazar cualquier cosa que ocurra.

Escoge cualquier circunstancia que tú normalmente rechazarías, evitarías, o resistirías; después ríndete a ella completamente, ponla en tu camino, y haz lo mejor de ella. Ríndete a tus impulsos más grandes mientras trabajas por un cambio positivo en tu mundo. Pero no gastes energías resistiendo circunstancias que no puedes controlar.

Con el tiempo, verás a todo el mundo y todas las cosas como un aspecto del Espíritu Santo – aceptando con fe que a pesar de nuestras dificultades, todo en el Universo se está desarrollando como debe.

La rendición es un acto de humildad, una aceptación de que la vida es un misterio cuya profundidad la mente no puede desentrañar.La Ley de la Rendición te enseñará el camino a un estado natural de gracia, abriendo las puertas a una Fe floreciente, llevándote a la comprensión de la unidad esencial entre tú y todos los seres – una conciencia tan profunda que acelera tu evolución y te catapulta al camino del verdadero potencial humano, hacia una realidad Espiritual mucho más auténtica y profunda que el mundo material.

12. La Ley de la Unidad

Recordando nuestra conexión

Aparentamos vivir en la Tierra como seres diferentes con diversos destinos; pero tal y como cada gota de la lluvia es parte del océano, todos y cada uno de nosotros somos parte del Océano de la Conciencia, del Cuerpo de Dios. Encontramos Amor y paz interior en las profundidades de la más alta Verdad que todos somos Uno, una Familia. Deja atrás el equipaje del miedo, la envidia, y el resentimiento; vuela, vuela con las alas de la comprensión, para entrar en el Territorio sin fronteras de la Compasión. Ah, no ser aislado, no a través de la insignificante partición fuera de la Ley de las Estrellas. El interior – ¿qué es? si no un cielo encendido, repleto de pájaros y profundidad con los vientos del retorno a casa. (Rainer Maria Rilke)

La Ley de la Unidad presenta un reto especial para los dos, porque su naturaleza trascendente sólo la hace entendible desde un estado de conciencia más elevado. La Ley de la Unidad llama a voces al gran entendimiento de que no estamos tan separados como aparentamos: en realidad todos somos un único ser, una conciencia.

La Ley de la Unidad no es fácil de entender para el pequeño yo porque no coincide con la percepción diaria. Por tanto, primero asumamos que al nivel de realidad diaria, tenemos de hecho cuerpos, mentes, y emociones separadas. Si yo tengo un pensamiento, no necesariamente surge al mismo tiempo en tu mente; si yo experimento una emoción, tú quizás no te sientas de la misma manera; si yo me golpeo la tibia, tú no sientes el dolor.

La Ley de la Unidad es una paradoja: falsa y verdadera, dependiendo de nuestro estado de conciencia. El conocimiento convencional nos dice que estamos separados; la sabiduría Superior nos informa que Todos somos Uno.

Un cambio de percepción revela que todos somos la misma Conciencia, manifestándose en cuerpos diferentes, de la misma manera que las hojas forman parte del mismo árbol. La humanidad suele olvidar esta verdad superior y centrarse sólo en nuestras diferencias aparentes, en nuestra separación aparente.

¿Qué ocurre si elegimos ver a los demás como un aspecto de nosotros mismos, percibiéndonos como Uno?

En la Unidad están todas las Leyes Espirituales: un estado de equilibrio y ecuanimidad, una fe perfecta en las elecciones que haces y en el proceso de tu vida, la paciencia necesaria mientras andas paso a paso en el presente eterno, la compasión por todos los otros, partes de ti, aspectos de tu Ser.

Tú estás en cada acto de amabilidad y crueldad, de cobardía y coraje. Uno y muchos, altos y bajos, desagradables y dulces, tú eres la Tierra, y todo el espacio por encima y por debajo.